La
exposición supone un recorrido por 130 años de historia de la moda nupcial,
pero también un relato de cómo ha ido evolucionando el día más importante de
las peraleñas también a través de los objetos relacionados con el “si quiero”,
como una bandeja de los años 60 en la que se repartían las pastas cuando no
había “convite” o las curiosidades de las tarjetas de invitación.
Todo un
ajuar de boda en el que no faltan tampoco velos, mantillas, zapatos, tiaras, guantes,
un cojín para llevar las arras, tocados, pulseras, pañuelos, una liga y hasta
un ramo de flores disecado. Y para las 40 “novias”, el complemento
indispensable: un traje de novio.
Y es que mucho han cambiado los vestidos de novias desde aquel negro de dos piezas de Paula Ayuso del año 1890 del que sólo se conserva la parte superior y que es la pieza más antigua de la exposición. Un estilo que nada tiene que ver con los tejidos de décadas posteriores, en los que el visitante puede ver desde encajes a abultadas gasas, pasando por velos con bordados de Chantilly, tules o sedas. A destacar también aquellos vestidos más antiguos, confeccionados por modistas peraleñas e incluso por las propias novias.
Además de
los trajes y complementos, también hay un espacio para el recuerdo con una
pequeña colección de muñecas Barbie y Nancy con vestidos de novia.
La muestra es además una ocasión perfecta para rememorar esos felices momentos. Por ello, junto a cada vestido, luce una imagen de su propietaria el mismo día de su boda. Y es que Perales, por unos días, “se viste de blanco”.